Sombras de vacío.
En un momento como el actual, en
el que el mercado, las Ferias de Arte y las plataformas digitales han
encumbrado el formato digital, siguen existiendo artistas que continúan
trabajando una y otra vez el cuerpo a cuerpo con la pintura, la materia y el
lienzo. Este es el caso de ARMANDO ARENILLAS.
Su proceso de trabajo es el
resultado de una larga carrera sedimentada. Nada es inmediato. Las
transformaciones sucedidas en su obra han pasado por sucesivas fases; desde una
obra con factura densa que se decanta hacia la materia; la obra gráfica, a
través de la técnica de la Serigrafía, con la que ha alcanzado un virtuosismo
paralelo a la pintura; hasta unos trabajos actuales que presenta en la
exposición “Sombras de vacío”, en los que el soporte papel ha sustituido a
la madera y la materia por unas superficies lisas, en las que la pintura se
torna fluida, leve, casi transparente.
La “obsesión” por la pintura
le lleva a una constante experimentación que en la actualidad transita por
espacios que se dirigen a dar importancia a lo “mínimo”. Su afán es ahora
reducir, simplificar, sintetizar; dar origen y construir espacios para
escudriñar los fondos y sus sucesivas capas, como si tratara de diseñar
composiciones para sumergirse y dirigir al espectador a la introspección. Son
atmósferas y ejercicios de texturas que invaden el soporte y que se abren hacia
su interior.
Sugiere otra forma de
enfrentarse a la materia que se dispone en el papel para evocar contrastes
menos definibles, más orgánicos. Es una batalla entre la fragilidad y la
consistencia que se expresa en la continuidad de la pintura.
Estos papeles aportan halos
misteriosos, llenos de connotaciones, pero que remiten una y otra vez a sus
trabajos anteriores y nos da una dimensión de la madurez de estas propuestas.
Javier Redondo.
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